UNI/VERSO REFLEJO
(Curaduría)
“Transeúntes eternos a través de nosotros mismos, no hay paisajes sino el paisaje que nosotros somos. Nada poseemos, porque ni siquiera nos poseemos a nosotros mismos. Nada tenemos porque nada somos. ¿qué manos extenderé hacia el universo? El universo no es mío: soy yo” - (Fernando Pessoa – Libro del desasosiego).
Para acercarnos a su experiencia sensorial el artista, León Orozco, realiza una serie de fotografías con el celular de momentos en los que se ve, o siente, invadido por una sensación de universalidad, en los que se sume en el paisaje y el paisaje deja de serle ajeno y es, ahora, una extensión de su existencia. La fotografía (gráficas de luz) le permite sentir que no es él mismo quien realiza sus obras sino el cosmos como fuerza imparable de creación, el mismo que es permitido gracias a la luz que lo dota (en iridiscentes reflejos de lo uno equiparado a lo otro) de espacialidad, profundidad, sentido, existencia, energía y vida. En la poética de sus tomas dice buscar la esencia de Dios, que no es más que la totalidad universal resumida en el fractal de nuestros cuerpos, que son, a su vez, y en palabras de Carl Sagan: “el universo observándose a sí mismo”. Los principios herméticos, la divulgación científica, la poesía y la literatura de escritores de la talla de Jorge Luis Borges, Fernando Pessoa, David Garnet, Francesco Careri, Walter Benjamin (entre otros) y la tendencia surrealista de sus “propias” expresiones como ilustrador, le han permitido una visión cosmológica de la realidad donde todo está conectado y nada es ajeno u otro, ni mucho menos propio o de alguno.
La serie, en conclusión, tiene como propósito evidenciar la importancia del todo resumido en sus partes esenciales. El cielo, las flores, los reflejos y su magia de precisión… todo evoca un punto exacto y el todo mismo, que es excluido cuando se puntualiza ante la observación detenida. El tiempo, que parece detenido en la imagen fotográfica, ya denuncia un fragmento de la totalidad que fue consumido, vivido y paisajeado por el observador atento y racional. Combinando horizontes entre las imágenes busca crear un paisaje donde cada conexión lo lleve a sí mismo, al retrato que representan sus pies y todo lo que ante ellos se despliega como un espacio de maravilla en que lo cotidiano es el artificio de su propio ser, un ser total y ajeno al básico entendimiento del hombre respecto a la infinidad del abismo que habita.
“Paisaje es saberse horizonte, adivinarse prójimo de los dioses que conforman lo real y tangible, es la poesía de la mirada que se pregunta y define lo desconocido. Mis hombros y la montaña, no hay diferencia más que la perspectiva, tengo ante mis ojos un trayecto espacio-temporal que no deja de paisajear y paisajearme, porque soy hormiga del gran orbe y gigante del microcosmos. Espejo es de la consciencia el universo y no somos más que la copia y el todo. No es paisaje aquello que no nombras y sin embargo, cuando te detienes a mirar ese abismo, eres piedra y hongo y el verbo que en el vacío actúa. Flor bípeda que transportas el entendimiento del cosmos neonato, tienes ante tus ojos tu cuerpo y cuando lo notas eres todo y nada.” (León Orozco)
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